Si la historia de la Derrota Cultural argentina fuese una gran película de ciencia ficción, Luis Alberto Spinetta sería eso que conocemos como el Alien Madre. No el primer Alien, no el Alien más grande del universo, pero sí la fuente de infección local. Puede que alguna vez haya sido algo. Hoy, sin embargo, es solo una muy buena parodia de Luis Almirante Brown. No sabemos exactamente si cuando descendió de los cielos para rozar nuestros espíritus de simples mortales con su reinterpretación sensible y grave de unas vanguardias artísticas muertas hacia 30 años era ya un zombie autista y babeaba como ahora. Lo cierto es que este año, la vanidad de alguna vez poder llenar un estadio lo llevaron a organizar la triste opereta que conocimos como Bandas Eternas (¿Spinetta Jade? ¿Eterna?). Y así fue: cinco horitas de autofestejo complaciente que ahora podrán disfrutarse en un soporífero y lujoso Super Box de 500 pesos. Iridiscente luz del ánima que viene a confirmar que el único aporte de Luis Alberto a este hermoso país, además de las frecuentes eyaculaciones por autosatisfacción espiritual que decoran el piso de su living, es ese bien de consumo culturalmente ambigüo al que conocemos como Dante.