Saccomanno” por José Pablo Feinmann en Página/12
Pesado, ególatra, vendehumo, resentido…este año “el Feinmann bueno”, como lo llama el comunicador social Andy Kusnetzoff, demostró que además de todo eso es un impresentable en este texto que supuestamente dedica a un amigo, pero que en realidad aprovecha para hablar una vez más de él mismo,  llorar porque piensa que en Púan no lo lee nadie y recordar que escribió un libro de 814 páginas. JP, ¡ni siquiera quedaste de filósofo oficial! ¡Te ganó de mano Ricky Forster!

Aquí fragmentos de su ópera magna, pero vale la pena leer todo el artículo.

“Quiero solamente decir que si hablé de mí en algunos pasajes es porque nuestras vidas, desde hace tiempo, andan por los mismos caminos. Nuestras vidas, nuestras alegrías, nuestras broncas. Que todavía no leí El oficinista. Pero no dudo de que merece el formidable premio que le dieron.”

“Saccomanno se hizo –además– un gran maestro de escritores. Puso sus talleres y resultaron fabulosos. De ellos salieron dos premios Clarín. Hasta se instaló un mito: si vas a un taller de Saccomanno en un par de meses te ganás un gran premio. Es exigente con sus alumnos. Los hace leer mucho. Proust. Faulkner. Melville. Y los rusos. Todos los rusos, porque, además, son su pasión. Se ancló en Gesell porque ahí encontró su anclaje más propio y seguro, pacífico. A menudo le pido que vuelva. Que en Buenos Aires estamos sus amigos. O, al menos, estoy yo. Que lo necesito. ¿Cuántos amigos así voy a encontrar? ¿Con quién voy a ir a comer a Lalo? ¿En qué quedaron esas cenas a las que se agregaba Belgrano Rawson? Me dice: “Vos te escapaste a la noche. Yo me escapé a Gesell”. Sí, yo escribo de noche. Y duermo de día. Y me cuido, porque escribir es un trabajo arduo, complejo, un trabajo para uno y para los otros. Porque –pensamos Guille y yo– uno escribe para estar en el mundo, aunque escriba desde su escondite, desde su cueva. Uno escribe para ser con los otros. Guille seguirá en Gesell. Ahora, a los sesenta y un años, acaba de ser papá. El pibe se llama Anselmo.”